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viernes, 24 de abril de 2015

COCOLICHE


Tango

Música: Eugenio Nóbile / Luis Cosenza
Letra: Francisco Lamela

Ha llegado el Carnaval.
Yo me tengo que lucir
metiendo mucho bochinche.
Esta noche van a ver
el papel que voy a hacer
disfrazao de cocoliche...
La camisa'e mi papá
y unos liones de "palmich"
y unos versos de Caggiano;
v'y a empezar a patinar
de Belgrano a Lanús
pa' que bronquen los demás.

Pero alguno, al pasar,
queriéndome cachar
-¡y a mí qué se me importa!-,
me va a gritar de acá:

¿Qué hacés, che, mascarita?
La pucha que esgunfiás;
con esa cara'e loco,
¿pa' qué te disfrazás?
Si vos sin la careta
ya disfrazao estás;
si vos sos Cocoliche
aunque no usés disfraz...

A los corsos voy a ir
y a los concursos, también.
Un día de vida es vida.
Lo que me voy a lucir
cuando salga a improvisar
pa' pelarme el primer premio...
La bronca que va a tener
el centro "La Hoja de Parra";
si me encontrara a su paso
se va tener que hamacar.
Cocoliche como yo
sólo hay otro: mi papá...

COBARDÍA


Tango 1932

Música: Charlo
Letra: Luis César Amadori

No se que daño he hecho yo pa' merecer
esta cadena inaguantable de dolor,
que cuando no te beso no puedo respirar
y siento que me ahoga tus labios al besar.
De sufrir tanto perdí la dignidad
y no me importa saber que me engañás.
¿No ves que necesito de vos? Te quiero ver.
Habláme como siempre. Decí que me querés.

Yo se que es mentira
todo lo que estás diciendo,
que soy en tu vida
sólo un remordimiento.
Yo se que es de pena
que mentís pa' no matarme;
lo se, y sin embargo
sin esa mentira no puedo vivir.

Anoche mismo he podido comprobar
que ni la puerta de esta casa respetás;
yo vi con estos ojos los besos que te dio
y oí que se reían burlándose los dos.
Humildemente, sin embargo, ya lo ves,
yo te pregunto: ¿Todavía me querés?,
y cerrando los ojos escucho que jurás
que nunca me engañaste, que no me olvidarás.

COBARDE


Tango

Música: Vicente Spina
Letra: Celedonio Flores

Las leyes te amparan.
¡Qué saben los hombres!
Los hombres que saben de tanto dolor,
qué saben las leyes de penas de madre,
la ley de los hombres es odio y rencor.

No vengo a pedirte que vuelvas conmigo,
ni vengo a implorarte conmiseración;
borracha de rabia, yo vengo a decirte
que lo que tu has hecho no tiene perdón.

Cobarde mil veces, mil veces cobarde
el hombre que jura y no sabe cumplir;
y tu me juraste por tu santa madre,
que antes de dejarme te ibas a morir.

Cobarde mil veces, mil veces cobarde
el hombre que un día se fue y no volvió;
el hombre que un día juró por la madre
y aquel juramento, más tarde, olvidó.

Que vas a casarte, y a mi que me importa;
que ya necesitas formar un hogar;
que, pasando el tiempo, yo podré olvidarte
porque así lo quiere la fatalidad.

Que no me preocupe, que a mi y a la nena
lo más necesario no nos faltará;
tu hija no es tuya, su canción de cuna,
para que lo aprenda, así lo dirá.

CLAVELES BLANCOS


Tango 1949

Música: Armando Pontier
Letra: José María Contursi

Se durmió
besando el sueño aquel
que nunca se cumplió...
¡Rumor de mar lejano!
Su mano se alargó,
¡jazmín y piel!
y en mi desolación
¡grite... grite!
Nunca más
sus voz me llamará...
¡ya nunca..., nunca más
su boca besaré!

Yo crucé
tus dedos de marfil
y puse sobre ti
muchos claveles blancos...
Amordacé
mi angustia y mi rencor
y entrecerré
tus ojos y mi corazón.
Un telón
de sombras..., nada más
tu ausencia me dejó,
¡nada más, nada más!

A través
de un pálido cristal
resurge nuestro ayer
¡canción hecha pedazos!
Y estás hablándome
Feliz..., jovial...
(¡sarcasmo amargo y cruel,
tu soledad!)
Nunca más
tu voz me llamará,
ya nunca, nunca más
tu boca besaré...

CLAVEL DEL AIRE


Tango 1930

Música: Juan de Dios Filiberto
Letra: Fernán Silva Valdés

Como el clavel del aire,
así era ella,
igual que la flor
prendida en mi corazón.
¡Oh, cuánto lloré
porque me dejó!
Como el clavel del aire,
así era ella,
igual que la flor.

En esta región,
igual que un ombú
solito y sin flor,
así era yo;
y presa del dolor
los años viví,
igual que un ombú
en esta región.

Y mi ramazón
secándose iba,
cuando ella una tarde
mi sombra buscó.
Un ave cantó
en mi ramazón,
y el árbol sin flores
tuvo su flor.

Mas un feliz viajero
—viajero maldito—
el pago cruzó;
en brazos de él se me fue
y yo me quedé
de nuevo sin flor.
El que cruzó fue el viento,
el viento pampero
que se la llevó.