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sábado, 31 de enero de 2015

AQUELLA NOCHE

Tango

Música: Julio De Caro
Letra: Carlos González Illescas

De aquella noche
de amor,
con rubor
querías ocultar
tu pasión;
la llama abrasadora
que yo en tu pecho
vine a incendiar.
Mas yo en tu boca
al besar,
vine a sellar
tus labios de coral
y el amor
contuvo tu reproche
triste noche,
¡noche ideal!

Por el vil interés
se ofuscó también tu corazón
al poner después
un precio a tu pasión,
mujer sin corazón.
No te puedo olvidar
miénteme...
como ayer, rubor,
porque quiero recordar
aquella noche,
noche de amor.

De aquella noche,
mujer,
que del placer
fuiste mercado vil
quiero hablar
a ver si te avergüenzas
de tus pecados
Diosa gentil.
Perdono tu desliz
seré feliz
si a ti vuelve el rubor
y tu mirar
me envuelve en el reproche
de aquella noche
¡de intenso amor!

AQUELLA MELODÍA


Tango 1934

Música: Eduardo Requena
Letra: Eduardo Requena

El cielo era apacible de estrellas recamado
la luna sus fulgores hundía en el confín;
cuando una sonatina de arpegio delicado
brindaba a mis oídos tu violín.
Tus ojos, al arrullo de aquella melodía
los vi por vez primera sus lágrimas volcar,
y luego con extraña melancolía
tú me hilvanaste este cantar:

Acúname en tus brazos, vida mía;
negrito de mi alma, déjame soñar…
Qué bien que se descansa en tu regazo;
quisiera de este sueño jamás despertar.
Te juro, tengo miedo de perderte,
me abruma el pensamiento y no sé qué hacer;
siempre a mi lado quisiera verte,
darte mis besos, darte mi vida,
vivir la gloria jamás sentida
que son los sueños de esta mujer.

Mas fueron tus palabras tan falsas como huecas
que al fin, en el transcurso del tiempo avaloré;
y aún no me convenzo al ver que están resecas
tus flores pasionarias que yo amé.
Hoy ya que nuestro idilio, para desdicha mía,
se epilogó de un modo que yo jamás creí,
delirio con aquella tu melodía
que en una estrofa se oía así:

AQUELLA ILUSIÓN



Tango

Música: Luis Gutiérrez del Barrio
Letra: Luis Gutiérrez del Barrio

Todo mi cariño te entregué,
te di mi amor, te di mi vida entera.
¡Quién iba a pensar que vos pudieras
abandonarme por otra mujer!
Vos sabés muy bien que por tu amor
perdí mi hogar, dejé a mi madrecita,
que en nadie he pensado más que en vos
¡y me pagás con esta cruel tración!

Era tanta la ilusión
que en tu cariño había cifrado
que aunque me has abandonado
se va contigo mi corazón.
Si algún día esa mujer
te hace sufrir mi desventura
recordá que mi ternura
te hará olvidar tu padecer.

Nunca llegarás a comprender
cuánto dolor dejas en mi alma herida
vos te vas y te llevás mi vida
pues no podré vivir sin tu querer.
Solo de pensar que me dejás,
siento una pena que me vuelve loca,
no olvidés que si me abandonás
a una existencia vil, me condenás.

AQUELLA CANTINA DE LA RIBERA


Tango 1926

Música: Cátulo Castillo
Letra: José González Castillo

Brillando en las noches del puerto desierto,
como un viejo faro, la cantina está
llamando a las almas que no tienen puerto
porque han olvidado la ruta del mar.

Como el mar, el humo de niebla las viste
y envuelta en la gama doliente del gris
parece una tela muy rara y muy triste
que hubiera pintado Quinquela Martín.

Rubias mujeres de ojos de estepas,
lobos noruegos de piel azul,
negros grumetes de la Jamaica,
hombres de cobre de Singapur.

Todas las pobres almas sin numbo
que aquí a las plazas arroja el mar,
desde los cuatro vientos del mundo
y en la tormenta de una jazz-band.

Pero hay en las noches de aquella cantina
como un pincelazo de azul en el gris,
la alegre figura de una ragazzina
más breve y ardiente que el ron y que el gin.

Más breve cien veces que el mar y que el viento,
porque en toda ella como un fuego son
el vino de Capri y el sol de Sorrento
que queman sus ojos y embriagan su voz.

Cuando al doliente compás de un tango
la ragazzina suele cantar,
sacude el alma de la cantina
como una torva racha de mar.

Y es porque saben aquellos lobos
que hay en el fondo de su canción
todo el peligro de las borrascas
para la nave del corazón.

AQUELARRE


Tango

Música: José Ogivieki
Letra: Ernesto Pierro

Que el mundo sigue siendo
la misma porquería
que fue en el siglo XX
no lo podés negar.
Y al menos por entonces
quedaba la esperanza
de que en el XXI
la cosa iba a cambiar.
Mas ya lo ves hermano:
la cosa no ha cambiao,
y corta el bacalao
el mismo ruin de ayer.
Nos han apichona’o
con cuentos más modernos,
pero en el quinto infierno
nos tienen otra vez.

¿De qué sirve que a Venus
alguna nave llegue
o que un robot se pliegue
pa’ no ocupar lugar;
que las computadoras
sonrían y saluden
o que en la casa ayuden
el piso a rasquetear?
Si no encontrás laburo
ni de aprendiz de esclavo;
si no hay para estofao
ni para apechugar.
Si nadie da una mano.
Si manda el egoísmo.
Si hay que aprender cinismo
para poder zafar.

Y siempre gana el mismo.
Y el juez está comprao.
Y el oro está empeñao.
Y el corazón también.
Y en un loco aquelarre
que da vergüenza ajena
tan sólo se condena
al Cristo que obra bien.
Taimados y tahúres
manejan la partida
y en sus manos la vida
no vale ni un cospel.
Modernos dinosaurios
que cuidan su guarida,
y el mundo es una herida
que sangra por su hiel.